martes, 11 de octubre de 2011

Grey Lord

Hace un año y medio empezó una mala racha en mi, hasta ese momento feliz, vida. La cosa empeoró hasta límites insospechados y el verano de ese año fue especialmente duro. Tanto, que mi madre tuvo una idea “a la desesperada”. Mi querida mamá no soporta animalillos en casa. No es que no le gusten en sí, sino que no le gustan en Su casa. Durante años, tanto mi padre como yo la fuimos tanteando para ver si aceptaría tener un perro pero siempre nos encontramos con su más encolerizada oposición. Sin embargo, en circunstancias tan “especiales” las cosas cambiaron. Una tarde muy triste, estaba tumbada en la cama sin ganas de nada y entonces sucedió: mi madre por voluntad e iniciativa propia vino y preguntó si un perro me animaría a “volver a la vida”. Me aferré a su proposición y me durante semanas dediqué días enteros a la búsqueda de perros en perreras. Les habré enseñado centenares a mis padres, que siempre les encontraban alguna pega. A mediados de septiembre ya me conocía de memoria todas las páginas de protectoras pero no encontraba un perro que nos gustase a los tres. Un día les enseñé la foto de un Weimaraner y les encantó. Por supuesto era imposible que un perro así estuviese en alguna perrera. Tras más días de búsqueda encontré unos cachorros en Valencia a muy buen precio y al ver las fotos de la madre, nos encantó. ¡Por fin estábamos todos de acuerdo! Nos pusimos en contacto con el dueño y muy amable nos contó todo y que los cachorros todavía eran muy pequeños y que hasta octubre no podríamos llevarnos uno. Así que nos citó el 11 de octubre. Casualidades de la vida, ese día era el día de mi cumpleaños. La primera vez que lo vi, Lordito era una pequeña bolita de pelo gris con unos impresionantes ojazos azules. Sus dos hermanos, más pequeños de tamaño y más tranquilos, estaban durmiendo plácidamente. Él estaba muy atento a mi padre y a mí y coincidimos enseguida en elegirle a él. También coincidimos en no cambiarle el nombre, le venía perfecto. Y así, un rosario de hechos negativos desembocaron en uno increíble: tenía un compañero de aventuras, un ser que resultó ser increíblemente bueno e inteligente. Desde ese día no volví a estar deprimida ni un solo día. Por las mañanas me sacaba de la cama con tan sólo con sentarse al lado y mirarme con esos ojitos. Aprendió muchos trucos con apenas dos meses y en cuanto pudo salir a la calle se convirtió en un incansable aventurero. Ahora me acompaña en lo bueno y lo malo, disfruta tanto como yo o más de los largos paseos por el campo, la playa o la ciudad. Le encanta correr al lado cuando voy en bici o patinando, jugar con cualquier cosa y estar acompañado de perros o personas. Siempre se ha portado muy bien y no ha estropeado nada. Ahora que nos hemos mudado solos a otra ciudad se porta incluso mejor ya que papá y mamá no están ahí para malcriarle. Al final hasta mi madre le ha acabado queriendo con locura. Papá lo malcría siempre que puede con comiditas exquisitas y juegos “a lo bruto”. Adoro a este pequeño trasto brutísimo de 35 kilos :)


Aquí cómo llegó a casa: Lord peque y aquí actualmente: La Gran Bestia xD

2 comentarios:

  1. Cómo habíamos hablado: La conexión que se puede conseguir con un perro es difícil de comparar con cualquier otra. Si pudiera tendría conmigo una manada. Mientras más mejor, alegran mi vida. Una pena que no haya podido ser de alguna perrera, pero parece que Lord era el perro perfecto para tí :) Cuando se os ve juntos se nota la verdad.

    Espero que se lleve bien con los de mi campo (obviamente sí) xD

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  2. Sí, me habría gustado adoptar pero es verdad, Lord es perfecto para mí. También me encantaría tener una manada, ahora la situación no lo permite pero quien sabe en el futuro xD De todas formas prefiero tener uno y bien, que muchos y mal ya que en este momento no podría atenderlos correctamente.
    Seguro que se llevan bien los tuyos y el mio, ya lo veremos el jueves. ¡Tengo unas ganas!

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